EROSKI CONSUMER / Marta Chavarrías
Las latas de bebidas son seguras siempre que se mantengan unas adecuadas condiciones de almacenamiento y de manipulación.
Beber un refresco directamente de la lata es una práctica bastante habitual, sobre todo, cuando se está fuera de casa y el único lugar para comprar bebida es una máquina expendedora o un puesto ambulante. Uno de los gestos más repetidos, antes de abrirlas, es limpiarlas con lo que se tiene a mano, como un pañuelo o una servilleta. Esta acción da cierta tranquilidad, pero genera ciertas dudas en torno a si es suficiente como medida de higiene o si sirve para eliminar los patógenos que pudiera haber en la superficie. Este artículo responde a estas cuestiones y explica cómo aumentar la seguridad de las latas y de qué metal están hechas. También aborda algunos mitos relacionados con las latas, como el de las ratas y la leptospirosis.
Latas de bebida más seguras
La lata para bebidas es uno de los envases en constante evolución. Desde que aparecieran las primeras latas hasta la actualidad, los avances han sido numerosos: desde aspectos puramente estéticos y de diseño a otros más funcionales y de seguridad. Las latas son seguras siempre que se mantengan unas normas de manipulación apropiadas. Para que hubiera riesgo, la carga microbiológica de las latas tendría que ser muy alta, a pesar de que la higiene es mejorable. Por tanto, si se han seguido unas pautas de almacenamiento correctas, no existe riesgo.
Las latas suelen servirse en paquetes protegidos por un envoltorio de plástico retráctil que aleja el producto de la suciedad. Si se conservan en unas condiciones adecuadas de almacenamiento, se asegura que las latas no se han expuesto a agentes nocivos como polvo u otros materiales. Para que existiera riesgo para la salud, la carga microbiológica de las latas tendría que ser muy alta. De todas formas, algunos aspectos en los que hay que fijarse son:
Antes de abrir una lata, debe limpiarse bien por fuera. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que pasar un pañuelo no eliminaría posibles microorganismos patógenos; sí quitaría polvo o algún resto orgánico. El pañuelo limpia, pero no desinfecta.
La lata tiene que estar en buenas condiciones, no debe estar oxidada, ni tener golpes o estar hinchada.
Si la lata está inflada, puede ser signo de contaminación bacteriana por una esterilización incorrecta o la presencia de poros. En estos casos, las bacterias crecen y generan gas que infla la lata.
Si tiene golpes, puede haber contaminación química a causa del óxido de la lata que entra en contacto con el alimento cuando se desprende el esmalte del interior.
En algunas ciudades españolas, como Barcelona, las autoridades sanitarias sí han advertido del riesgo que comporta adquirir latas de bebidas procedentes de vendedores de calle, ya que pueden no cumplir con las condiciones higiénicas necesarias. Aseguran que, en estos casos, las latas se almacenan y se manipulan sin tener en cuenta ninguna medida de higiene.
A menudo circulan, sobre todo por Internet, noticias falsas o bulos (conocidos como hoax) sobre ciertos temas de alimentos. Uno de ellos, hace unos años, relacionaba el consumo de bebidas de lata con las ratas y la muerte de personas causada por leptospirosis, una enfermedad provocada por la orina de las ratas. En un correo electrónico con contenido falso (algunos lo sitúan ya en el año 2000), se informaba de que las latas de refrescos se guardan en almacenes infectados por roedores y después se distribuyen y comercializan. Es una leyenda urbana.
A pesar de que la higiene es mejorable, no existe riesgo por la contaminación fecal por mamíferos, insectos o aves.
Latas, metales y envases
En España, el mercado de latas de bebidas experimentó, en 2014, un importante crecimiento, según datos de la Asociación de Latas de Bebidas. En total, durante el año 2014 se vendieron 3.508 millones de latas de refresco, «lo que supone un crecimiento del 3,6% respecto al año anterior».
Las latas son envases metálicos utilizados para almacenar alimentos y bebidas. Estos envases están hechos sobre todo de aluminio y acero laminado resistente a la oxidación. En el caso de las bebidas, este tipo de envase tiene ciertas particularidades que lo convierten en una de las principales opciones de almacenamiento: protege la bebida de la luz y le confiere estanqueidad; se enfría de forma rápida; es resistente y ligero.
La mayoría de latas de cerveza están hechas de aluminio, un metal de color blanco plateado, buen conductor de la electricidad y el calor, ligero, que se oxida con rapidez. En la industria alimentaria, además de las latas de bebida, también se usa para papel de aluminio y conservas, así como para la elaboración de ollas o bandejas. Este material actúa como barrera protectora en la pérdida de aromas de los alimentos, los protege de la luz, el oxígeno, la contaminación y la humedad.
El aluminio puede ayudar a prolongar la vida útil de la bebida sin necesidad de refrigeración. Pero los envases como las latas puede ser una vía de entrada de aluminio a través de la dieta. No obstante, una laca interior protectora impide el contacto del metal con el alimento y, por tanto, la migración de sustancias.