Hoy, 4 de febrero, se celebra el Día Mundial contra el Cáncer, fecha que nos recuerda lo que nos queda por luchar para la prevención y control de esta enfermedad.
Según el Código Europeo Contra el Cáncer, la alimentación es uno de los factores a tener en cuenta para su prevención juntamente con el ejercicio físico, no fumar ni beber alcohol y tomar las precauciones adecuadas frente al sol. Por lo tanto, tener una dieta equilibrada es importante dentro de un estilo de vida saludable.
La alimentación está relacionada enormemente con nuestra salud presente y futura. Eso no significa que las enfermedades oncológicas se puedan llegar a prevenir a través de una dieta específica, o que si hemos desarrollado algún tipo de tumor la causa sea nuestra manera de comer.
Es difícil relacionar el consumo de un alimento natural con la enfermedad, pero hay que reconocer que aproximadamente el 30% de los cánceres se asocia a la alimentación. De hecho, se han investigado algunos nutrientes que forman parte de los alimentos, cuyos efectos son potencialmente cancerígenos.
La principal causa que provoca el cáncer es el tabaco. Otros factores importantes son la dieta, alcohol, la (falta de) actividad física, infecciones, factores hormonales y radiación.
Vamos aclarar algunos puntos a tener en cuenta:
1. Obesidad y dieta rica en grasas
El tipo de la grasa de la dieta tiene influencia en la etapa de promoción y progresión del cáncer. Las grasas de la dieta en conjunto y las saturadas en particular, parecen estar implicadas en la etiología del cáncer de mama, endometrio, próstata, colon y recto.
Hay que tener en cuenta no solo la cantidad de grasa sino también la calidad de la misma. Se ha relacionado la grasa de la dieta, en concreto la grasa saturada procedente de mantequillas, natas y carnes rojas, con el desarrollo del cáncer de mama, endometrio, colon y recto.
Así, la pérdida de hábitos alimentarios saludables y de ejercicio físico (en la actualidad la tendencia es a ser sedentarios) implica un desequilibrio entre la energía consumida y la gastada, inclinando la balanza hacia el exceso de energía. Este exceso de energía se traduce en un aumento del peso, y como consecuencia, en un sobrepeso u obesidad.
A su vez, estas patologías conllevan graves consecuencias, no solo las ya bien conocidas como hipertensión, diabetes, etc., sino otras como la asociación de la obesidad con una mayor incidencia del cáncer.
Por ello, mantener un peso adecuado es importante para mantener un buen estado de salud y evitar así enfermedades asociadas con el exceso de peso.
2. Café
No se ha establecido conexión entre consumo de café y cáncer.
3. Alcohol
El alcohol tiene importantes efectos negativos sobre los tejidos con los que tiene contacto; no directamente, sino a través de su metabolito, el acetaldehído. Este efecto es mayor si la ingesta de alcohol se hace conjuntamente con el consumo de tabaco.
4. Edulcorantes artificiales
Hoy en día la sacarina es uno de los edulcorantes más utilizados, ya que es un edulcorante no nutritivo bajo en calorías y se utiliza en gran variedad de bebidas y alimentos. No se ha podido determinar su relación directa con la predisposición a padecer cáncer.
En la actualidad se está utilizando un nuevo edulcorante, la estevia. En 2006, los datos de investigación recopilados por la Organización Mundial de la Salud para la evaluación de seguridad, publicaron que no se han encontrado efectos adversos.
5. Conservantes alimentarios
Son sustancias que se añaden a los alimentos con el fin de preservarlos, mejorar su apariencia, sabor o textura. Los aditivos legales permitidos por las autoridades competentes están presentes en cantidades muy pequeños en los alimentos, y no disponemos de evidencias convincentes de que indiquen que los aditivos consumidos en estas cantidades sean causantes de cáncer.
Sin embargo, otros aditivos no están permitidos por su efecto cancerígeno y por tanto, han sido retirados de las listas de productos que se pueden utilizar en alimentación.
6. Nitratos, nitritos y nitrosaminas
Estos compuestos se encuentran principalmente en carnes procesadas (alimentos salados, bebidas refrescantes, algunos embutidos, carnes, pescados, verduras, etc.). Se ha constatado su efecto potencialmente cancerígeno en algunos casos, por lo que la mayoría han sido ya retirados del mercado.
7. Ahumados
El método empleado para preparar los alimentos ahumados, parece que se ha revelado como cancerígeno. Su efecto tóxico proviene de los hidrocarburos policíclicos que se producen en el proceso. Se recomienda el consumo esporádico.
Así como una alimentación poco acertada puede aumentar el riesgo de formación de tumores cancerígenos, la naturaleza nos ofrece una gran variedad de alimentos que pueden actuar como protectores.
Y como siempre, recuerda ponerte en manos de profesionales de la nutrición si tienes dudas sobre cuál es la alimentación más adecuada en tu caso…