febrero 26, 2015

¿Ajo, miel y Vitamina C para el resfriado?

Alimentos cotidianos, como el ajo o la miel, se utilizan con frecuencia para aliviar los catarros, pero los estudios científicos cuestionan su eficacia

El resfriado común afecta a los adultos, de media, entre dos y tres veces al año. La incidencia en los niños menores de dos años es más frecuente (alcanza unas seis veces al año). Sus molestos síntomas, que son más notables en las primeras jornadas, duran entre una semana y 10 días, aunque en ocasiones se prolongan más. Pese a que sus manifestaciones (tos, congestión nasal, etc.) casi siempre son “autolimitantes” (desaparecen por sí solas), muchas personas recurren a remedios naturales para combatirlas.

El resfriado común, aunque no es una dolencia grave, sí es muy debilitante. Puede reducir mucho la autonomía de la persona que lo padece y, por tanto, influir sobre su capacidad de trabajar, conducir o realizar otras tareas. No extraña, por tanto, que quien lo sufre quiera mejorar lo antes posible. Si bien el 95% de los catarros son de origen vírico, muchas personas toman antibióticos para tratarlos, una práctica solo justificada en determinadas infecciones bacterianas.

Pero también es inapropiado recurrir a tratamientos alternativos sin que hayan demostrado de forma fehaciente su efectividad, tal y como se indicó en el artículo ‘¿Existen alimentos para aumentar las defensas?’. Y es que cualquier alimento, complemento alimenticio o “planta medicinal” que se acompañe de declaraciones de beneficios para las infecciones debe contar con pruebas de que los ingredientes activos responsables de la supuesta mejora sobreviven al ácido gástrico y a las enzimas pancreáticas, que son absorbidos en el intestino y, sobre todo, que ejercen beneficios constatables. ¿Cuentan con dichas pruebas la miel, el ajo o la vitamina C?

Miel para el resfriado
¿La miel es efectiva para tratar el resfriado una vez que se manifiesta? Pese a que un dictamen de 2010 de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) no halló pruebas que sustentaran los múltiples beneficios que se atribuyen a la miel (tampoco al propóleo), una polémica investigación publicada más tarde en la revista Pediatrics sugirió que la miel podría mejorar la tos de los niños con infecciones respiratorias del tracto superior. No obstante, las críticas a la falta de rigor científico en el diseño del estudio no tardaron en aparecer, tal y como amplió a comienzos de 2013 el doctor Mark Crislip en el portal Science-Based Medicine (Medicina Basada en la Ciencia).

El doctor Crislip insiste en que faltan pruebas para atribuirle a la miel cualidades antitusígenas y aporta razones para dudar de la calidad de la investigación de Pediatrics. Es más, sugiere que el hecho de que la industria de la miel haya participado en la financiación del estudio resta credibilidad a sus resultados.

Las más reciente revisión científica sobre esta cuestión se publicó en diciembre de 2014 en la revista The Cochrane database of systematic reviews. En ella se indica que, además del estudio de Pediatrics, solo existen dos investigaciones más dignas de consideración sobre la relación entre miel y tos. Según esta revisión, ni ellas ni la de Pediatrics aportan pruebas sólidas a favor de la utilización de la miel como terapia para la tos.

En cualquier caso, el doctor Crislip señala que la tos es un mecanismo que utiliza el organismo para “eliminar físicamente” las bacterias patógenas que causan la infección y que puedan estar alojadas en los pulmones. Sugiere permitir “que los procesos fisiológicos normales sigan su curso sin obstáculos, siempre y cuando no supongan ningún daño al paciente”. Crislip, especialista en enfermedades infecciosas, cita el caso de personas con infecciones respiratorias que no podían toser a causa de una fractura de costillas y que acabaron desarrollando neumonías graves.

Desde el punto de vista nutricional, no se debe olvidar que la miel es un alimento con un alto valor calórico (tanto como el azúcar) y una baja densidad de nutrientes, que puede producir caries y que está desaconsejada en menores de un año por el riesgo de que contraigan botulismo. Esto último se amplía en el artículo ‘Diez alimentos que no conviene darle a un bebé menor de un año’.

Curar el resfriado con ajo y vitamina C
Si hay pocas pruebas a favor de la miel como tratamiento para el resfriado común, menos todavía hay a favor de usar ajo o vitamina C.

En relación al ajo, su fama como píldora mágica no se corresponde con las evidencias científicas disponibles. Una sólida investigación titulada ‘Ajo para el resfriado común’ y publicada en noviembre de 2014 en la revista The Cochrane database of systematic reviews llegó a la conclusión de que no hay pruebas que sustenten efectos beneficiosos del ajo en la prevención o el tratamiento del catarro.

En cuanto a la vitamina C, los doctores Michael Allan y Bruce Arroll mostraron en febrero de 2014 en la revista científica Canadian Medical Association Journal que esta vitamina no es efectiva para prevenir o tratar el constipado. Los pocos estudios que han mostrado beneficios han constatado que los supuestos beneficios son, en el mejor de los casos, muy pequeños, lo que hace pensar, según sus palabras, que son atribuibles a errores en el diseño de tales estudios.

Para concluir, vale la pena recordar un consejo en el que insisten estos médicos: la medida más probada para prevenir el resfriado común es lavarse a menudo las manos.

Fuente: EROSKI CONSUMER

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